Capítulo Uno nace del amor que tengo por mi libro de bebé y de la frustración que tenemos mis amigas y yo por el de nuestros hijos.

Mi libro de bebé tiene información básica como el nombre de mi doctor, cuánto pesé y quién era en ese momento el presidente del país. Pero tiene también detalles más personales y específicos como quién me visitó en la clínica, el saco que me tejió mi abuela, mi juguete preferido, mi primer corte de pelo y qué me gustaba comer. A esas páginas son a las que vuelvo una y otra vez y son la razón por la que estoy tan agradecida con mi mamá por el esfuerzo, la dedicación y el cariño al dejarme ese registro.

El libro de mi hijo -y el de los hijos de mis amigas- es muy distinto. El libro de mi hijo está lleno de espacios en blanco. La explicación, en parte, es falta de tiempo y que fue un bebé de esas fotos de celular que nadie imprime. Solo en parte. Porque también en cierta forma los libros de bebé han quedado obsoletos a los tiempos y piden mucha información que no aplica a todas las familias.

La idea de Capítulo Uno es que todos los libros sean personalizados, llenos de fotos e información relevante para cada bebé. Sin espacios en blanco. Únicos. La idea es que los adultos del futuro tengan para siempre, las primeras páginas de su historia.

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